Respeta tu singularidad

El otro día paseando nos encontramos con esta flor y nos llamó la atención su peculiar forma. La anécdota quedó en esta foto para el recuerdo, pero nos marchamos a casa sin conocer su historia.

Anoche, justo antes de dormir, se me vino a la cabeza esta flor. ¿Qué hacía allí? ¿Cómo es que entre tanta «maleza» brotó algo tan bello y singular? Así que no dudé en recurrir al Sr. Google para aliviar mis dudas.

«Passiflora caerulea», comúnmente conocida por la flor de la pasión o la flor del sufrimiento como símbolo de la Pasión de Cristo. Irónico que pasión y sufrimiento vayan de la mano, ¿no? Pues nada más lejos de la realidad, la verdad.

Ahora que ya conocemos su nombre, no nos podemos quedar ahí… ¿Qué hay de sus propiedades, por qué está tan rodeada y aislada a la vez? Pues mirad, esta planta la usaban los aztecas por sus propiedades sedativas; puede funcionar como planta sedante, ansiolítica, ligeramente hipnótica, relajante muscular, antimigrañosa, hipotensiva, antiespasmódica y digestiva. Además, es una excelente planta trepadora, como una enredadera, vaya. La recomiendan mucho para utilizar en pérgolas, muros, tapizar paredes, etc.

En definitiva, parece la solución a todos los efectos adversos de ser un adulto funcional: alivia tus síntomas y tapa cualquier grieta.

No obstante, me gustaría recalcar algunas palabras que mencioné al principio: su «peculiar», «singularidad» o como diría el Sombrerero de Alicia, su «muchosidad». A veces se nos olvida ensalzar lo que nos hace especiales porque vivimos rodeados de unos cánones muy cerrados, imposibles de romper a primera vista y por eso preferimos rompernos a nosotros mismos en lugar de luchar contra molinos de viento con el fin de encajar en macetas que coartan nuestro crecimiento natural.

Atrévete y rompe el molde. Crece, mi niña, crece.